Santa Cruz de Mudela

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sábado, 18 de septiembre de 2010

Fallece D. Fernando Delgado Ferrón, hijo de Santa Cruz de Mudela, descanse en paz



Acabo de enterarme de la triste noticia del fallecimiento de D. Fernando Delgado Ferrón, afamado pintor y hasta el año pasado profesor de dibujo de la Universidad del Pais Vasco.hijo de Santa Cruz de Mudela en donde nació en la calle San Roque.

Fernando Delgado Ferrón nace en la calle de San Roque, número 1, de Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), el nueve de agosto de 1940, hijo de don Miguel Delgado Garrido y doña Francisca Ferrón Fernández.

Con sólo ocho años ya asistía a clases especiales de dibujo en una escuela de la CNS en Daimiel, donde se inició reproduciendo láminas y muy pronto modelos tridimensionales. A los trece años ingresó en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Ciudad Real, donde realizó tres cursos académicos completos bajo la guía de su maestro don Jerónimo Luna Abad. En el curso 1955-56, con ayudas económicas de don José Utrera Molina (por entonces Gobernador Civil de Ciudad Real) ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, de la Universidad de Sevilla, donde realiza sus estudios becado por la Diputación Provincial de Ciudad Real; aunque los títulos de Profesor de Dibujo y Licenciado en Bellas Artes los obtiene en la Universidad Complutense de Madrid (Facultad de Bellas Artes).


En esta última universidad realiza cuatro cursos monográficos de Doctorado, y al cabo de dilatados años concluye una tesis doctoral que voluntariamente no llega a presentar, por sobrepasar en su contenido —en buena parte hierático— lo académicamente establecido.


Aunque en su primera etapa, (1955-1959), obtiene diversos premios y hace su primera exposición individual en el Gran Casino de Ciudad Real, pronto descubre la falacia oculta en el mundillo artístico y la dificultad para poder vivir de la pintura. Como él mismo dice: «Desde que nací ya experimenté suficiente pobreza y limitación como para no involucrarme en una bohemia a lo Van Gogh, por poner un ejemplo; o bien envilecer mi dignidad con la humillación, la especulación comercial o la extravagancia, con el fin de alcanzar fama y dinero a toda costa. A un artista se le debe valorar por su obra, y no por las bufonadas o conductas excéntricas que son noticia para la prensa».


La pérdida progresiva de esperanza en un futuro anhelado por la vía honesta, le conduce a retirarse de los certámenes de artes plásticas y las exposiciones, dirigiéndose a otras actividades más estables. Así se inicia en el diseño publicitario y de artes gráficas, donde en poco tiempo consigue destacar entre los más notables grafistas e ilustradores de Sevilla y Madrid. Entre 1961 y 1973, fue asesor y director de arte en diversas empresas de publicidad y artes gráficas y colaboró como ilustrador en numerosas editoriales madrileñas. Mas todo esto parecía no responder a su presentida misión.


En 1974, por influencia familiar y buscando más sosiego, se traslada de Madrid a Vitoria. Está convencido de que la crisis que atraviesan las artes plásticas y sus artistas tiene su origen en la educación, y en ella debe resolverse.


«El arte —dice— se aleja cada vez más del pueblo y se sumerge en la economía especulativa, que nada tiene que ver con el arte y mucho con la crisis mundial que padecemos. Todo esto es la consecuencia del cambio producido en los contenidos de la educación. La desaparición de las humanidades y la aniquilación del espíritu, del alma y el sentimiento han dejado solos a los artistas, que ahora recurren a espectáculos basura, sin ningún valor intrínseco, para llegar a ese público que ha sido educado para alejarse del arte».


Con este pensamiento, en 1974 funda en Vitoria la escuela de arte “Sabacma”, que funcionó durante 17 años. En este mismo año, decide una nueva tentativa con una exposición individual en la que la encargada de la sala hace todo lo posible por no vender ni uno solo de los cuadros expuestos —no se le ofreció expresamente el tanto por ciento acostumbrado—; éstos fueron vendidos y algunos regalados en el estudio del pintor. También, animado por su familia, accede a regañadientes a presentar una obra en el XXXI Certamen de Arte Alavés, en el que el único premio del primer grupo ya estaba preconcedido. Por presión de uno de los miembros, invitado de Madrid, que amonestó con retirarse del jurado si se consentía ese favoritismo, obligó al comité organizador a crear un accésit para la obra «Naturaleza Muerta», de Fernando Delgado Ferrón, a quien ese miembro quería adjudicar el premio de honor.


En enero de 1976 es nombrado Profesor interino de la Escuela Universitaria de Magisterio de Vitoria-Gasteiz, por entonces perteneciente a la Universidad de Valladolid, y más tarde Agregado de Dibujo en el mismo Centro, ya vinculado a la Universidad de Bilbao y poco después a la Universidad del País Vasco. En 1984 gana la plaza por oposición y permanece hasta su jubilación en septiembre de 2009. Durante estos 34 años dedicados a la docencia, Delgado Ferrón tiene la oportunidad de promover las artes plásticas justo en el ámbito que él deseaba: en la formación de futuros educadores. Se entrega totalmente a esta labor, esforzándose en elevar el arte al lugar que legítimamente le corresponde en la educación de la infancia y la adolescencia, enfrentándose llanamente a los planes oficiales establecidos. Sin bombos ni platillos, se implica en profundas investigaciones que enfocan el arte desde sus ciencias conexas y los principios universales que lo enlazan con el hombre, de lo que se infiere el significado de los dibujos infantiles y los valores educativos de la forma y el color en la creación artística. Considera que estos conocimientos son ineludibles en todo verdadero educador.


Esta profunda y exclusiva dedicación a la docencia, no le impide continuar pintando; pero sólo atiende encargos que, como contrapartida, limitan las obras al gusto de los compradores. Se producen así numerosos retratos, bodegones y otros temas que pasan a colecciones particulares en Vitoria, San Sebastián, Bilbao, Ciudad Real y otras ciudades españolas y extranjeras.


En 1985 es seleccionado, junto a otros nueve de los más destacados pintores alaveses, para participar en el I Taller Abierto de Pintura organizado por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Esta experiencia es agradable para el artista, ya que estos Talleres suponen un acercamiento del arte a los concurrentes al acto, que pueden seguir todo el proceso de elaboración de un cuadro. Este Taller se desarrolló en el magnífico Paraninfo de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria-Gasteiz, donde los diez pintores trabajaron a la vista del público, complementando esta labor con conferencias a cargo de los participantes, mesas redondas, etc. Delgado Ferrón participa con una obra simbólica titulada El Templo, adquirida por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.


En 1987 es requerido para formar parte del jurado del III Taller Abierto de Pintura. También, durante todo el período docente, es miembro de varios jurados en certámenes de pintura de la provincia de Guipúzcoa, y cuatro veces vocal en tribunales de oposiciones para la provisión de plazas de Profesores Titulares en la Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Barcelona, Autónoma de Barcelona y Universidad de Granada. Durante este mismo período también hay que destacar una prolongada investigación sobre técnicas y procedimientos pictóricos, que le lleva a la obtención de materiales nobles de rápido secado y gran luminosidad y resistencia, descartando en gran medida los aceites, que nunca fueron de su agrado. Estas técnicas fueron transmitidas a los alumnos de «Sabacma» y acogidas por éstos con gran entusiasmo y determinación para no volver a usar el óleo tradicional.


Fernando Delgado Ferrón es un pintor que, desde sus comienzos, conserva una tendencia clásica. Demuestra gran precisión en el dibujo y una armonía y vibraciones cromáticas poco comunes. Sincero consigo mismo, nunca se dejó influir por las «vanguardias », que considera «esnobismos en progresión decadente»; aunque quizá por esto su obra haya quedado anclada sin aparente evolución. Mas para Delgado Ferrón «estar al día» puede que no conlleve, precisamente, evolución. De esta suerte, declara:

«Hacer un arte nuevo, diferente u original, no implica separarlo de la belleza o de sus ciencias afines, como a menudo viene ocurriendo desde las vanguardias. Desde el comienzo del llamado arte moderno, no paran de sucederse “ismos” (sistemas, escuelas o movimientos) que van degradando hacia lo rudo y lo fácil —donde no se requiere virtud ni talento alguno— hasta llegar a la “no pintura”, como es el caso del “performance art” o los cañonazos de balas de pintura sobre las paredes de los museos. Junto a esto, en el polo opuesto, se expresa un hiperrealismo repulido, carente de la frescura y el vigor de las obras clásicas».


José Antonio García Díez ha escrito sobre este pintor:


«Fernando Delgado Ferrón viene a recordarnos un inconsciente religioso alejado de la temporalidad terrena, guiado por modelos cuyo fin es procurar un conocimiento de orden intelectual. Sensibilidad y razón definen una pintura donde se conjugan conceptos esotéricos con formas figurativas. Su labor intenta hacernos percibir lo trascendente, para ello utiliza con frecuencia símbolos u otras expresiones correspondientes al mundo del intelecto, reflejado en torno a un personaje central rígido que sugiera una pretendida irrealidad deseada por el artista.»


Es un pintor peculiarmente dotado para el tratamiento del retrato. Su sentido riguroso del trabajo, de la composición, del uso de la materia exacta y la fidelidad inexorable a la técnica de los antiguos maestros germánicos, cuyos procedimientos ha indagado durante largos años, definen la precisión realista de unos retratos hechos con equilibrio y vigor clásico».

En el primer párrafo de esta reseña hay una clara alusión a la obra El Templo, que Delgado Ferrón realizara en el Taller de Pintura arriba mencionado. Mas esta obra fue el principio de una etapa que aún se encuentra en un proceso de reflexión, y persigue una pintura que sea la expresión de lo interno inmanente en el Hombre y en la Naturaleza.

Esta idea ya la encontramos en la siguiente afirmación de Goethe: «El arte es una manifestación de las leyes secretas de la Naturaleza, que sin él permanecerían ocultas para siempre». Así pues, desde esta perspectiva, arte implica conocimiento; una clase de conocimiento que no puede adquirirse con sólo el intelecto enfocado en los fenómenos del mundo físico.

Con esta concepción, Delgado Ferrón se opone a la mayor parte de su obra pictórica producida hasta el momento, y se plantea un reto nada fácil. Si este veterano artista alcanza la meta propuesta, habrá conquistado una gloria mucho más grande de la que puede obtenerse en la confusión del contaminado ambiente artístico de nuestros días.

M.M.M. Ingeniero.


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